Costumbres y ritos

La mitología gallega es una mezcla de creencias galaicas, celtas, germánicas (suevos principalmente), romanas y cristianas, que se mezclaron y evolucionaron a lo largo de los siglos en esta mágica tierra del Norte de la Península.

Galicia es una tierra de costumbres muy arraigadas en antiguas y profundas creencias que incluyen supersticiones y leyendas paganas entremezcladas con un fuerte componente religioso. En la práctica esto se traduce en muchísimas fiestas, romerías y ferias.

Los celtas han dejado profundas huellas en la cultura gallega, con sus ceremoniales basados en la naturaleza. Culto a los árboles y a los animales, a las aguas y las ánimas. . Es la comunidad española que más suele relacionarse con la brujería. “Bruxa, meiga y feiticeira” realizan amuletos contra el mal de ojo y curan enfermedades con el conocimiento de hierbas medicinales.


El cruceiro, que podemos encontrar en los cruces de caminos gallegos, es el más importante emblema de Galicia. Símbolo de la cristianización gallega, se le atribuye sentido protector. Entre los de origen medieval, podemos hallar algunos muy conocidos, como los de Teo, Noya, Pontevedra, o el de Home Santo que actualmente está en Santiago.


En los caminos del sur de Galicia podemos encontrar petos de ánimas, un tipo de limosneros realizados en piedra para recaudar dinero que alivie el pesar de las almas condenadas a vagar por el mundo en la Santa Compaña, una especie de cortejo fúnebre compuesto por espíritus condenados.

Los gallegos intentan preservar esas antiguas tradiciones plasmándolas en su folklore con manifestaciones como la Noche de San Juan, que también se festeja en toda Europa, donde los malos espíritus se conjuran con el fuego y los baños de mar.  



Los instrumentos musicales acompañan siempre las celebraciones, la gaita, de origen celta es uno de los más tradicionales de la cultura gallega. Tampoco faltan el vino, con el protagonismo del Albariño de las Rías Baixas, el aguardiente, el pulpo y el marisco de las costas gallegas.
 
El aguardiente tiene un papel importante en el conjuro de maleficios con la queimada.

La queimada es uno de los rituales que tienen que ver con el fuego, una tradición que se debate entre lo pagano y lo misterioso, una pócima mágica cuyo origen se pierde entre las sombras de noches ancestrales plagadas de meigallos y hechizos, de almas en pena, y de cuerpos arrebatados por rituales de meigas que sentados en la oscuridad y formando un círculo alrededor de la tartera de barro, buscan la purificación del cuerpo y la salvación del alma mientras revuelven el brebaje que espantará los malos espíritus y atraerá los buenos. El ritual de la Queimada y su conjuro es uno de los pocos ritos que se mantiene a día de hoy, llevándose a cabo de forma natural en infinidad de reuniones sociales y celebraciones que tienen lugar en la comunidad gallega. 

 
La tradicional queimada tiene, más que posiblemente, su origen en las ancestrales culturas  castreñas. Los celtas dejaron su herencia cultural plamada en los abundantes petroglifos que se encuentran a lo largo y ancho de la comunidad gallega. Son recurrentes los símbolos con forma de espiral, destacando EL TRISQUEL, figura con tres cabezas que dibuja una especie de cruz. El trisquel representa los tres elementos fundamentales en la vida del hombre: la tierra, el agua y el fuego.

El ritual de la queimada lleva también de forma intrínseca la fusión de estros tres elementos, en un ritual que no sería posible de no existir este componente mágico, heredado de nuestros antepasados celtas y transmitido a través de los tiempos.

La tierra se simboliza mediante la tarter de barro, el agua se ve representado por el aguardiente que se agita y se remueve fundiendose con la tierra mientras el fuego danza libre entre los elementos que conforman esta pócima mágica alumbrandonos, dándonos calor al cuerpo y purificando las almas.

Conxuro



Mitología gallega


 

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